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Crecimiento y Empleo: Matrimonio y Divorcio                Descargar en (pdf)



lunes, 28 de junio de 2010

Ni el crecimiento económico genera siempre empleo, ni disminuye siempre la pobreza, ni la política fiscal de Uribe ayudó al crecimiento. Tres tesis equivocadas del gobierno Uribe que deberá corregir el gobierno Santos.

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Una ley mal leída

El reto del nuevo gobierno en materia económica debería ser reinterpretar la relación entre crecimiento y desempleo. O en la jerga de los economistas, el equipo de gobierno de Santos debería leer de una manera distinta la llamada "Ley de Okun". Arthur Okun mostró que existe una relación consistente entre el crecimiento de la economía (evolución del PIB) y la variación en la tasa de desempleo: si el producto aumenta el desempleo disminuye en una proporción similar[1].
Menciono la ley de Okun porque el "Marco Fiscal de Mediano Plazo 2010" propuesto por el Ministerio de Hacienda[2] justifica decisiones importantes de política económica en su particular interpretación de la ley de Okun. Desde otras lecturas de la misma, las decisiones de política económica que se están tomando no son las adecuadas. Sería excelente, entonces, que el nuevo equipo económico mirara la ley de Okun con otros ojos.
En el Marco Fiscal se hace una estimación de las interacciones de Okun para llegar a la conclusión de que "... Colombia debe alcanzar tasas de crecimiento superiores al 5 por ciento para lograr reducciones significativas en la tasa de desempleo"[3]. Esta interpretación de la ley de Okun es mecanicista y el mensaje de política económica que de allí se deriva es simplista: el crecimiento garantiza la disminución del desempleo. Esta apreciación no es cierta porque el crecimiento tiene modalidades muy distintas y no todas favorecen el empleo.

No cualquier crecimiento

De acuerdo con los últimos datos entregados por el DANE, en diciembre de 2009, con un PIB que crecía al 0,4 por ciento, la tasa de desempleo de las trece áreas metropolitanas fue de 13 por ciento, y en el 2007, cuando el PIB alcanzó la mayor tasa de crecimiento (7,5 por ciento), el desempleo fue relativamente alto (11,4 por ciento). El Ministerio de Hacienda dice que la ley de Okun se cumple en Colombia porque cuando el PIB es alto (2007) la tasa de desempleo es menor que cuando el PIB es bajo (2009). Y hasta aquí tiene razón. Pero la reflexión de Okun tiene otras implicaciones que el Marco Fiscal no pone de manifiesto. El análisis tiene que referirse a los cambios que se presentan en las tasas de crecimiento y en los niveles de desempleo. Al restar las dos tasas de crecimiento del PIB (7,5 por ciento-0,4 por ciento), se obtiene una diferencia de 7,1 puntos. Y al restar las dos tasas de desempleo (13 por ciento-11,4 por ciento) la diferencia es de 1,6 puntos. De acuerdo con la ley de Okun, los cambios de 7,1 puntos en el crecimiento del PIB deberían haberse reflejado en disminuciones equivalentes del desempleo. Así que en el 2007 la tasa de desempleo no debería haber sido 11,4 por ciento sino alrededor del 6 por ciento.

No desconozco que la ley de Okun tiene un sentido de probabilidad, y que no es legítimo desvirtuarla con un ejemplo casuístico. Por eso no pretendo negar las potencialidades de la propuesta de Okun, pero sí criticar el simplismo analítico del Ministerio de Hacienda. La asimetría entre los cambios del PIB y del desempleo pone en evidencia un hecho clarísimo que ha tenido la dinámica del PIB colombiano: el crecimiento no ha sido favorable a la generación de empleo. Y ello se explica porque el crecimiento se ha presentado en sectores que no generan empleo. El PIB crece cuando el precio internacional del petróleo, o del carbón, aumentan, aunque el volumen de producción no haya subido. También, cuando ocurre lo propio con las ganancias especulativas de los bancos. Pero estas modalidades de crecimiento no favorecen el empleo. Por tanto, no es cierto que un crecimiento del 5 por ciento garantice "reducciones significativas en la tasa de desempleo". De lo uno no se deriva lo otro.

El nuevo equipo económico debe reinterpretar esta mirada ingenua de la ley de Okun. Solamente habrá simetría entre los cambios en el producto y las variaciones en el desempleo si el producto aumenta en actividades que efectivamente generan puestos de trabajo (agricultura, industria, etc.). Un crecimiento basado en la extracción de minerales y en la especulación financiera no favorece la creación de empleo.


Crecimiento y pobreza

De la lectura facilista de la ley de Okun, el gobierno deriva otras conclusiones. Me voy a referir a dos. La primera, la lucha contra la pobreza; la segunda, la política fiscal anticíclica.

"En Colombia, el nivel de pobreza está estrechamente relacionado con el crecimiento económico. Durante la crisis de finales de los 90s su nivel aumentó casi 7 puntos porcentuales alcanzando el 57,5 por ciento de la población. Posteriormente, en el período 2000-2003 el crecimiento de la economía estuvo cerca del 3 por ciento por lo cual el porcentaje de la población pobre se mantuvo relativamente constante. La pobreza sólo se redujo significativamente en el período 2004-2008 cuando las tasas de crecimiento de la economía estuvieron cerca del 5 por ciento" [4]

El Ministerio de Hacienda se equivoca. El crecimiento no es suficiente para reducir la pobreza. Las disminuciones que se han presentado en su incidencia no han logrado romper la llamada "trampa de pobreza". En el 2009 la pobreza afectó al 45,5 por ciento de la población. Casi 20 millones de colombianos siguen siendo pobres. Para que el crecimiento efectivamente permita combatir la pobreza, se requiere que esté acompañado de políticas distributivas. Bajo el gobierno Uribe aumentó la concentración de la riqueza. La administración Santos podría comenzar a romper la trampa de pobreza si el crecimiento está acompañado de una política fiscal progresiva.

Fiscal

El Marco Fiscal defiende con orgullo la política fiscal anticíclica que puso en marcha el gobierno en los dos últimos años. Considera que, además de ser compatible con la sostenibilidad fiscal de largo plazo, evitó que la economía tuviera una caída más fuerte en el 2009. Esta política fiscal tiene cuatro componentes:

•Fortalecimiento de la red de protección social

•Inversión en infraestructura

•Consolidación de la confianza inversionista, y

•Acceso al financiamiento

Sobre la sostenibilidad fiscal de largo plazo valdría la pena hacer dos comentarios. Primero, la estructura tributaria se ha debilitado por las exenciones y la decisión gubernamental de no aumentar los impuestos a los ricos. Segundo, la deuda bruta del sector público no financiero (SPNF) continúa siendo muy alta (45,8 por ciento del PIB) y en los últimos tres años ha aumentado. Solamente por intereses de los Títulos de Tesorería (TES) en el 2010 se pagarán $11,4 billones. Estos dos hechos ponen en duda el optimismo del que hace gala el gobierno.

Ahora bien, en cuanto a las políticas anticíclicas no sobra plantear dudas y demandar respuestas:

•¿Conviene impulsar la inversión en infraestructura y la flexibilización de la política monetaria?

•No es claro en qué sentido la protección social ha sido anticíclica. Familias en Acción, por ejemplo, ha dejado de ser un programa transitorio y se ha convertido en un modus vivendi. En lugar de consolidar políticas agresivas de creación de empleo de corte keynesiano, el gobierno optó por regular la administración de limosnas siguiendo el espíritu de la ley de pobres inglesa. Sería bueno recordar las durísimas críticas de Marshall, Keynes y Hicks. Para ellos no tenía sentido poner el énfasis en la distribución de limosnas, en lugar de buscar alternativas de generación de empleo.

•Tampoco son anticíclicos los programas sociales que se financian con impuestos a la nómina porque el empleo y los salarios son cíclicos.

•Y frente a la confianza inversionista también se requiere cautela. No hay duda, la inversión ha aumentado. Entre el 2002 y el 2007 la formación bruta de capital fijo pasó de 10,6 por ciento del PIB a 16 por ciento. Pero, de nuevo, esta inversión no es buena en sí misma, porque depende del sector donde se invierta, y de la forma como se utilicen los excedentes que genera. Las maldiciones de la enfermedad holandesa siguen presentes. Desde el punto de vista del empleo es muy distinto que la confianza inversionista se exprese en una mayor extensión de los tubos para transportar petróleo que en tornos nuevos para la industria.

Santos le ha dado prioridad a la generación de empleo. Este objetivo se puede alcanzar si el equipo económico, siguiendo el espíritu de Okun, logra crear las condiciones para que los cambios en el crecimiento efectivamente estén acompañados de reducciones equivalentes en la tasa de desempleo.


Notas de pie de página

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[1]"Potential GNP: Its measurement and significance"; Proceedings of the Business and Economic Statistics Section of the American Statistical Association. Cowles Foundations Paper 190, 1962
[2]El documento puede ser consultado en:
[3] Op.cit, p. 36.
[4] Marco Fiscal, cit, p. 67.